martes, 23 de noviembre de 2010

Algunas Enfermedades :((

El estreñimiento 
Axolote con postura extraña y cloaca ampliada. Para evitar esto no se debe colocar grava en el acuario, sobre todo si los axolotes están ya grandes, ya que como se mencionó en otra entrada estos animales se pueden tragar dichas piedrecillas.


Anchorworm 
Parásito común en los peces de colores y koi que también puede atacar a los axolotes. El tratamiento requiere medicamentos y la esterilización de todo el tanque para evitar la recurrencia.






Infección en las branquias 
Se produce principalmente por mala calidad del agua.







Hongos
Axolote con una capa blanca en la piel. Es evitable manteniendo una buena calidad del agua. Se trata con medicamento.





CUIDEN A SUS BEBES!! 





jueves, 9 de septiembre de 2010

Cuidados para el acuario y los axolotes.

Filtración y mantención del agua 
        Se requiere el mejor filtro posible, porque los axolotes suelen manchar bastante el acuario, lo que llevará a un aumento de los nitratos y a la aparición de algas, hongos y bacterias. Los hongos y bacterias pueden producir infecciones en heridas o enfermedades así que el agua debe renovarse semanalmente. El cambio no debe ser inferior al 20% del agua total que contenga el acuario; de lo contrario hay que hacer más cambios de agua por semana. Es de suma importancia que no se renueve totalmente el agua, porque esto podría afectar gravemente al Ambystoma. El agua requiere tener un ph neutro o ligeramente básico y un gh cercano a 10. Para lograr esto basta con llenar el acuario con agua de la llave, acondicionada con anticloro. Es de extrema importancia que la cantidad de anticloro que se eche al agua sea la que indica el envase, ya que los axolotes son muy sensibles a las sustancias químicas. Es recomendable hacer el cambio de agua y una aspiración del sustrato, un día después de haberlo alimentado, porque las deposiciones del axolote tienen un volumen considerable. 

Temperatura 
        El axolote es una especie de agua fría.Por esto el agua debe mantenerse idealmente entre los 16ºC a 18ºC, y debe tenerse cuidado de no sobrepasar los 20ºC.Los axolotes soportan cambio de temperatura, por ello soportan temperaturas de 25ºC, pero esto solo debe ser durante este periodo. Si la temperatura es muy alta, el axolote intentara permanecer en la superficie, y sus branquias comenzarán a disminuir su tamaño. La temperatura para la hibernación debe ser de unos 10ºC durante unas 3 o 4 semanas y cuando han hecho el desove, la temperatura a la que mantener los huevos es de 20ºC. 

Sustrato y adornos
        El sustrato, por ningún motivo debe contener piedras angulosas, por ejemplo cuarzo, dado que ocasionalmente los axolote tragan algunas piedras, lo cual no constituye ningún problema porque las eliminan en las deposiciones. Al igual que el sustrato, los adornos que se tengan en el acuario no deben tener formas angulosas, ya que los axolotes cuando se asustan tratan de escapar, por lo cual chocan con todo lo que este a su paso. 

       Si se quiere tener plantas en el acuario, lo cual es recomendable, estas deben estar en el centro de este y no por sus bordes, porque los axolotes no tienen muy buena vista, por lo que comúnmente se mueven por los bordes del acuario.Las plantas deben ser de agua fria, y que no requieran de mucha luz. 

Espacio 
        Las medidas del acuario, deben ser minimo de 90cm de largo por 45cm de ancho, hay que tomar encuenta su tamaño.Una proporción bastante util es que hay q tener aproximadamente 50lt de agua por cada axolote en un acuario y también se recomienda tener un acuario con más de 80lt si queremos tener una pareja. La luz no debería ser muy abundante, se pueden poner plantas flotantes para que la luz no moleste demasiado a los axolotes, ya que esta no es de todo su agrado. 

        Los axolotes nunca se pueden tener junto a peces de gran tamaño, y es recomendable tenerlos solos, o con caracoles grandes, como por ejemplo el Caracol Manzana, que ayudara mucho tambièn a eliminar algunas algas no deseadas en nuestro acuario, porque para peces como los carassius, las branquias de los ambystomas resultaran bastante llamativas, de modo que las morderán, lo cual causaría la muerte al axolote por estrés. 
Alimentación 
        Tienen dientes muy rudimentarios, que solo están ideados para agarrar el alimento, y no para desgarrarlo o masticarlo por esto su alimento es generalmente tragado entero. Cuando el axolote quiere comer algo, abre su boca de repente y absorbe agua junto con el alimento o lo que tenga alrededor.
        Es carnívoro, su alimento se puede clasificar como, alimento vivo y alimento seco, entre otros.
       *Alimento vivo: se alimenta de pequeños peces, insectos, gusanos, babosas, caracoles, lombrices, renacuajos de rana, larva de mosquito.
       *Alimento seco: por lo general se les da alimento de flote, más que nada el mismo que para las tortugas de agua, como camarones disecados, el alimento para peces también es bueno, pero el de flote y no el que viene en escamas, ya que el mismo al ser vertido al agua se sumerge y llega al fondo y cuando el animal intentara comerlo, junto con él se comería las piedras que se encuentran en el fondo, que si son muchas o de considerable tamaño tal que no pueda eliminarlas, le van a producir una congestión que le hará que pierda el apetito, no coma y por lo cual pueda morir, además de que el alimento en escamas provoca mayor suciedad que el de flote.
        *Otros: También se pueden alimentar con pedazos de carne o de corazón vacuno, siendo necesario dejarlos caer lentamente uno a uno ante ellos, ya que los axolotes cazan a ojo, aunque su vista sea relativamente débil. No hay que olvidar retirar los restos de carne no consumidos, porque esta afectaría en la calidad del agua.
         La alimentación se debe suministrar una o dos veces por semana: estos animales pueden resistir un ayuno de varias semanas.

         Recuerden que estos anfibios son de carácter tranquilo y pasivo, excepto cuando se alimentan, pueden morderse los unos a los otros e incluso amputarse partes del cuerpo. Sólo hay que tener cuidado y dar de comer a cada uno por separado, se pueden acostumbran a que se les alimente con la mano.

Axolotes (3cm) $4.000c/u!! negros y atigrados.

Hola a todos los que pasan por acá!!


Ya tengo listos a algunos de mis bebes para que sean adoptados. Tienen ya casi 2 meses y los mas grandes miden 3cm y son los que vendo, el resto se demorará un poco más en alcanzar este tamaño por lo que se quedaran conmigo hasta que esto suceda. Están en una etapa de extrema agresividad entre ellos, por lo que se recomienda tenerlos separados o en un acuario muy grande si es que se va a tener más de uno. Una vez que alcanzan mas menos unos 8cm ya pueden convivir juntos. Están comiendo alimento para tortuga, tubifex y tenebrio en trocitos. He aquí algunas fotos y un video que les tome (lamentablemente no soy muy buena fotógrafa ni camarógrafa :p)

lunes, 16 de agosto de 2010

Morfología Externa de los Axolotes

 Reino: Animalia
  •   Phylum: Chordata
  •    Clase: Amphibia
  •     Subclase: Lissamphibia
  •      Orden: Urodela
  •       Familia: Ambystomatidae
  •        Genero: Ambystoma
  •         Especie: Ambystoma mexicanum
    (Nombre Común: Axolote o Ajolote) 
     Los axolotes, al ser urodelos, poseen una contextura anguiliforme y desnuda (sin escamas ni caparazón). Es un animal robusto con un cuerpo alargado y surcado a ambos lados por costillas, fácilmente reconocibles, a lo largo de su tronco.
     La cabeza es grande y aplanada con pequeños ojos sin párpados. Tiene un hocico obtuso y en su boca posee pequeños dientes ubicados en hileras a modo de serrucho, que le sirven para atrapar y engullir su alimento, pero no para masticarlo. En la base de la cabeza, y a ambos lados, están las branquias, que se mueven cada aproximadamente tres o cuatro segundos para respirar. Vale la pena señalar que el axolote, al igual que la mayoría de los anfibios, cuenta con tres tipos de respiración: pulmonar, cutánea y branquial.
     A lo largo del animal (desde las branquias hasta la cola), sobre el lomo, aparece un pliegue cutáneo que ayuda al desplazamiento del animal por medio de ondulaciones de su cuerpo, logrando nadar con gran velocidad y propulsión. Dicho pliegue dorsal va aumentando de tamaño a medida que nos acercamos a la cola. La cola es de gran tamaño, llegando a medir casi la mitad del cuerpo del axolote. 
     Las extremidades delanteras son pequeñas y cuentan con cuatro dedos, las traseras de un tamaño similar o un poco mayor poseen cinco dedos. Las cuatro patas no son palmeadas, esto quiere decir que no cuentan con membrana interdigital como las ranas y los sapos.
     El  dimorfismo sexual no es muy notorio lo cual dificulta la diferenciación entre machos y hembras en ejemplares jóvenes. La tarea es un poco mas fácil en la época de reproducción ya que los machos suelen tener la cloaca mas prominente a causa de que en ella albergan a  los espermatóforos. También hay que tener en cuenta que los machos suelen ser un poco mas delgados que las hembras, las cuales son mas robustas y poseen la cabeza ligeramente mas corta que los machos quienes la tienen mas alargada. 
     La coloración del axolote varía según la edad, a medida que crecen y se hacen más adultos, sus tonalidades cambian levemente. Igualmente se los separa, según su color, en  cuatro grandes grupos:
·         Silvestre o salvaje, que es de un color grisáceo.
  • Verde amarronado, con pequeñas pigmentaciones negras y a veces blancas, y sus branquias varían de un color rojizo a fucsia
  • Albinos parciales o semi-albinos, los cuales son blancos de ojos negros y en ocasiones tienen en la cabeza pequeñas pigmentaciones obscuras, además sus branquias son de color rojo muy intenso. 
  • Albino o albino dorado, que es de color amarillo claro o blanco, muy distinguido sin ningún tipo de pigmentación en su cuerpo, los ojos (en la gran mayoría) son rojos o totalmente transparentes y amarillentos.
     Por ultimo, el axolote puede llegar a medir 25 cm de longitud en cualquier acuario superior a los 80 litros, cabe recordar que cuanto mayor sea la capacidad del acuario, mayor será el tamaño que lograran nuestros ejemplares.

domingo, 8 de agosto de 2010

Cuento: "Axolotl" [Texto Completo] Julio Cortázar.


Hubo un tiempo en que yo pensaba mucho en los axolotes. Iba a verlos al acuario del Jardín des Plantes y me quedaba horas mirándolos, observando su inmovilidad, sus oscuros movimientos. Ahora soy un axolote.
El azar me llevó hasta ellos una mañana de primavera en que París abría su cola de pavo real después de la lenta invernada. Bajé por el bulevar de Port Royal, tomé St. Marcel y L’Hôpital, vi los verdes entre tanto gris y me acordé de los leones. Era amigo de los leones y las panteras, pero nunca había entrado en el húmedo y oscuro edificio de los acuarios. Dejé mi bicicleta contra las rejas y fui a ver los tulipanes. Los leones estaban feos y tristes y mi pantera dormía. Opté por los acuarios, soslayé peces vulgares hasta dar inesperadamente con los axolotes. Me quedé una hora mirándolos, y salí incapaz de otra cosa.
En la biblioteca Saint-Geneviève consulté un diccionario y supe que los axolotes son formas larvales, provistas de branquias, de una especie de batracios del género amblistoma. Que eran mexicanos lo sabía ya por ellos mismos, por sus pequeños rostros rosados aztecas y el cartel en lo alto del acuario. Leí que se han encontrado ejemplares en África capaces de vivir en tierra durante los períodos de sequía, y que continúan su vida en el agua al llegar la estación de las lluvias. Encontré su nombre español, ajolote, la mención de que son comestibles y que su aceite se usaba (se diría que no se usa más) como el de hígado de bacalao.
 No quise consultar obras especializadas, pero volví al día siguiente al Jardin des Plantes. Empecé a ir todas las mañanas, a veces de mañana y de tarde. El guardián de los acuarios sonreía perplejo al recibir el billete. Me apoyaba en la barra de hierro que bordea los acuarios y me ponía a mirarlos. No hay nada de extraño en esto porque desde un primer momento comprendí que estábamos vinculados, que algo infinitamente perdido y distante seguía sin embargo uniéndonos. Me había bastado detenerme aquella primera mañana ante el cristal donde unas burbujas corrían en el agua. Los axolotes se amontonaban en el mezquino y angosto (sólo yo puedo saber cuán angosto y mezquino) piso de piedra y musgo del acuario. Había nueve ejemplares y la mayoría apoyaba la cabeza contra el cristal, mirando con sus ojos de oro a los que se acercaban. Turbado, casi avergonzado, sentí como una impudicia asomarme a esas figuras silenciosas e inmóviles aglomeradas en el fondo del acuario. Aislé mentalmente una situada a la derecha y algo separada de las otras para estudiarla mejor. Vi un cuerpecito rosado y como translúcido (pensé en las estatuillas chinas de cristal lechoso), semejante a un pequeño lagarto de quince centímetros, terminado en una cola de pez de una delicadeza extraordinaria, la parte más sensible de nuestro cuerpo. Por el lomo le corría una aleta transparente que se fusionaba con la cola, pero lo que me obsesionó fueron las patas, de una finura sutilísima, acabadas en menudos dedos, en uñas minuciosamente humanas. Y entonces descubrí sus ojos, su cara, dos orificios como cabezas de alfiler, enteramente de un oro transparente carentes de toda vida pero mirando, dejándose penetrar por mi mirada que parecía pasar a través del punto áureo y perderse en un diáfano misterio interior. Un delgadísimo halo negro rodeaba el ojo y los inscribía en la carne rosa, en la piedra rosa de la cabeza vagamente triangular pero con lados curvos e irregulares, que le daban una total semejanza con una estatuilla corroída por el tiempo. La boca estaba disimulada por el plano triangular de la cara, sólo de perfil se adivinaba su tamaño considerable; de frente una fina hendedura rasgaba apenas la piedra sin vida. A ambos lados de la cabeza, donde hubieran debido estar las orejas, le crecían tres ramitas rojas como de coral, una excrescencia vegetal, las branquias supongo. Y era lo único vivo en él, cada diez o quince segundos las ramitas se enderezaban rígidamente y volvían a bajarse. A veces una pata se movía apenas, yo veía los diminutos dedos posándose con suavidad en el musgo. Es que no nos gusta movernos mucho, y el acuario es tan mezquino; apenas avanzamos un poco nos damos con la cola o la cabeza de otro de nosotros; surgen dificultades, peleas, fatiga. El tiempo se siente menos si nos estamos quietos.
Fue su quietud la que me hizo inclinarme fascinado la primera vez que vi a los axolotes. Oscuramente me pareció comprender su voluntad secreta, abolir el espacio y el tiempo con una inmovilidad indiferente. Después supe mejor, la contracción de las branquias, el tanteo de las finas patas en las piedras, la repentina natación (algunos de ellos nadan con la simple ondulación del cuerpo) me probó que eran capaz de evadirse de ese sopor mineral en el que pasaban horas enteras. Sus ojos sobre todo me obsesionaban. Al lado de ellos en los restantes acuarios, diversos peces me mostraban la simple estupidez de sus hermosos ojos semejantes a los nuestros. Los ojos de los axolotl me decían de la presencia de una vida diferente, de otra manera de mirar. Pegando mi cara al vidrio (a veces el guardián tosía inquieto) buscaba ver mejor los diminutos puntos áureos, esa entrada al mundo infinitamente lento y remoto de las criaturas rosadas. Era inútil golpear con el dedo en el cristal, delante de sus caras no se advertía la menor reacción. Los ojos de oro seguían ardiendo con su dulce, terrible luz; seguían mirándome desde una profundidad insondable que me daba vértigo.
Y sin embargo estaban cerca. Lo supe antes de esto, antes de ser un axolotl. Lo supe el día en que me acerqué a ellos por primera vez. Los rasgos antropomórficos de un mono revelan, al revés de lo que cree la mayoría, la distancia que va de ellos a nosotros. La absoluta falta de semejanza de los axolotl con el ser humano me probó que mi reconocimiento era válido, que no me apoyaba en analogías fáciles. Sólo las manecitas... Pero una lagartija tiene también manos así, y en nada se nos parece. Yo creo que era la cabeza de los axolotl, esa forma triangular rosada con los ojitos de oro. Eso miraba y sabía. Eso reclamaba. No eran animales.
Parecía fácil, casi obvio, caer en la mitología. Empecé viendo en los axolotes una metamorfosis que no conseguía anular una misteriosa humanidad. Los imaginé conscientes, esclavos de su cuerpo, infinitamente condenados a un silencio abisal, a una reflexión desesperada. Su mirada ciega, el diminuto disco de oro inexpresivo y sin embargo terriblemente lúcido, me penetraba como un mensaje: «Sálvanos, sálvanos». Me sorprendía musitando palabras de consuelo, transmitiendo pueriles esperanzas. Ellos seguían mirándome inmóviles; de pronto las ramillas rosadas de las branquias se enderezaban. En ese instante yo sentía como un dolor sordo; tal vez me veían, captaban mi esfuerzo por penetrar en lo impenetrable de sus vidas. No eran seres humanos, pero en ningún animal había encontrado una relación tan profunda conmigo. Los axolotes eran como testigos de algo, y a veces como horribles jueces. Me sentía innoble frente a ellos, había una pureza tan espantosa en esos ojos transparentes. Eran larvas, pero larva quiere decir máscara y también fantasma. Detrás de esas caras aztecas inexpresivas y sin embargo de una crueldad implacable, ¿qué imagen esperaba su hora?
Les temía. Creo que de no haber sentido la proximidad de otros visitantes y del guardián, no me hubiese atrevido a quedarme solo con ellos. «Usted se los come con los ojos», me decía riendo el guardián, que debía suponerme un poco desequilibrado. No se daba cuenta de que eran ellos los que me devoraban lentamente por los ojos en un canibalismo de oro. Lejos del acuario no hacía mas que pensar en ellos, era como si me influyeran a distancia. Llegué a ir todos los días, y de noche los imaginaba inmóviles en la oscuridad, adelantando lentamente una mano que de pronto encontraba la de otro. Acaso sus ojos veían en plena noche, y el día continuaba para ellos indefinidamente. Los ojos de los axolotes no tienen párpados.
Ahora sé que no hubo nada de extraño, que eso tenía que ocurrir. Cada mañana al inclinarme sobre el acuario el reconocimiento era mayor. Sufrían, cada fibra de mi cuerpo alcanzaba ese sufrimiento amordazado, esa tortura rígida en el fondo del agua. Espiaban algo, un remoto señorío aniquilado, un tiempo de libertad en que el mundo había sido de los axolotes. No era posible que una expresión tan terrible que alcanzaba a vencer la inexpresividad forzada de sus rostros de piedra, no portara un mensaje de dolor, la prueba de esa condena eterna, de ese infierno líquido que padecían. Inútilmente quería probarme que mi propia sensibilidad proyectaba en los axolotes una conciencia inexistente. Ellos y yo sabíamos. Por eso no hubo nada de extraño en lo que ocurrió. Mi cara estaba pegada al vidrio del acuario, mis ojos trataban una vez mas de penetrar el misterio de esos ojos de oro sin iris y sin pupila. Veía de muy cerca la cara de una axolote inmóvil junto al vidrio. Sin transición, sin sorpresa, vi mi cara contra el vidrio, en vez del axolote vi mi cara contra el vidrio, la vi fuera del acuario, la vi del otro lado del vidrio. Entonces mi cara se apartó y yo comprendí.
Sólo una cosa era extraña: seguir pensando como antes, saber. Darme cuenta de eso fue en el primer momento como el horror del enterrado vivo que despierta a su destino. Afuera mi cara volvía a acercarse al vidrio, veía mi boca de labios apretados por el esfuerzo de comprender a los axolotes. Yo era un axolote y sabía ahora instantáneamente que ninguna comprensión era posible. Él estaba fuera del acuario, su pensamiento era un pensamiento fuera del acuario. Conociéndolo, siendo él mismo, yo era un axolote y estaba en mi mundo. El horror venía -lo supe en el mismo momento- de creerme prisionero en un cuerpo de axolotes, transmigrado a él con mi pensamiento de hombre, enterrado vivo en un axolote, condenado a moverme lúcidamente entre criaturas insensibles. Pero aquello cesó cuando una pata vino a rozarme la cara, cuando moviéndome apenas a un lado vi a un axolote junto a mí que me miraba, y supe que también él sabía, sin comunicación posible pero tan claramente. O yo estaba también en él, o todos nosotros pensábamos como un hombre, incapaces de expresión, limitados al resplandor dorado de nuestros ojos que miraban la cara del hombre pegada al acuario.
Él volvió muchas veces, pero viene menos ahora. Pasa semanas sin asomarse. Ayer lo vi, me miró largo rato y se fue bruscamente. Me pareció que no se interesaba tanto por nosotros, que obedecía a una costumbre. Como lo único que hago es pensar, pude pensar mucho en él. Se me ocurre que al principio continuamos comunicados, que él se sentía más que nunca unido al misterio que lo obsesionaba. Pero los puentes están cortados entre él y yo porque lo que era su obsesión es ahora un axolote, ajeno a su vida de hombre. Creo que al principio yo era capaz de volver en cierto modo a él -ah, sólo en cierto modo-, y mantener alerta su deseo de conocernos mejor. Ahora soy definitivamente un axolote, y si pienso como un hombre es sólo porque todo axolote piensa como un hombre dentro de su imagen de piedra rosa. Me parece que de todo esto alcancé a comunicarle algo en los primeros días, cuando yo era todavía él. Y en esta soledad final, a la que él ya no vuelve, me consuela pensar que acaso va a escribir sobre nosotros, creyendo imaginar un cuento va a escribir todo esto sobre los axolotes.